27.11.07

María Rita, Menina da Lua

Cuando se llega a la canción se abren los ojos, se supone una fecha, un compás, se le da la facultad de los recuerdos, para bien y para mal, se advierte una arquitectura cuando se llega a la canción, esta sensación rara de que algo puede volar a la vez que decirnos la casa está sola. Cuando se llega alguna vez, pensar es un acorde. Llegar es irse uno, es el golpe de un martillo en una cuerda gruesa en una larga cuerda, la madera y el metal. En la omisión del presente, escucharte es llegar a la canción por otros medios, como imaginar alguna vez que caminamos al margen, pero caminar era quieto, era suponerte a mis espaldas, mientras la luz cae sobre unos hombros que apenas reconozco como míos, y el raro espectáculo del metal y la madera y yo, se enciende. Llegar a la canción supone abrir un verbo, las palabras quieren llegar a ser lo que no son, pero son lo único que queda, y nadie se salva de existir. Llegar a la canción, talvez será también, reconocer el oficio de la llave, para bien y para mal, y así la luz menguando, coincide, entre tantas respiraciones es la tuya, en aquella mesa, al margen, y llegar a la canción es terminar abrazado a un tronco anciano de un bosque, uno que podría estar ahora mismo tan llovido y verde, porque desde pequeño lo he cuidado, las notas de una música quieren llegar a ser lo que no son, pero son lo único que me queda, un bar nocturno, un olor de que personas han ocurrido, y antes de poner los dedos en las últimas palabras, sorteando el azar la disonancia, las cosas oscuramente adquieren nombre.

19.11.07

Regina Spektor, après moi

Hay la migración involuntaria, la voz de una mujer rusa migró, lo que está escrito es un idioma común, algo similar a la construcción y a la destrucción y nadie se salva de existir, a esos árboles les nacen hojas hermosas, intuyo riveras, la voz de una niña que migra, y la hija que es, migra de su padre zapatero y pianista. Lo que no sé es, qué hacer con estos versos que ha traído, migró de su país a un estado de mi conciencia, de algo oscuro hacia algo oscuro, criptología de lo que huye, algunas veces por razones políticas y otras porque sí, suena la campana que le decía el concierto de un día de febrero ha comenzado y el padre abandona la casa, el tono menor de un concierto en primavera dice a su vez la campana ostinada, desafinando la posibilidad de que todo termine pronto, ha llegado una palabra nueva, el sinsabor democrático, migrar de lo seguro a lo desnudo, huele a pan recién horneado, suena la campana para una niña que comienza a leer poemas viejos de Pasternak, viejo que toma el té mientras él ha migrado de su observación frebrera y dice escriban poemas a cerca de febrero sin saber de mis 29 años un siglo más tarde, la campana para una población rusa alejada ya, suena, y me veo en los resquicios de templos de piedra, animales industriales que cruzan estas calles que me has traído y ahora comienzo a saber qué hacer con los versos abandonados por una niña que migra con su voz diciendo, el oficio de mi padre es una memoria fallida, es el sabor de lo muerto.