Si no fuera escritor sería asesino en serie. Si usted no conoce una buena grabación de Glenn Gould no se sienta mal, ahora estamos vivos porque yo escribo y usted lee, y eso me hace pensar en el tiempo verbal que nace en el acto de lo escrito, usted y yo siempre vamos a estar vivos en este ahora, como Gould, una grabación soy al menos. El piano es un animal negro, parece bravo pero siempre tiene la cabeza baja, a lo sumo el lomo de la noche lo hace parecerse erizado. Cuando vibran las cuerdas graves, ¡oh dioses de las cavernas!, sólo el pirómano sobrevive, y lo que hemos sido, arrasado. Cuando vibran las cuerdas agudas, la máquina funciona como una cajita de música que desenvaina a un pequeño que ha de fugarse sin respuesta. Eso. Entonces el eco de mi voz, sorteando la arquitectura, opaca, sigue el recuerdo izquierdo porque la mano izquierda en contracanto, avisa que tu gesto no se ha perdido. La primera vez que nos vimos sólo yo tuve conciencia de nosotros, y en la anacronía, tengo el derecho y la libertad de decir nosotros, aunque la brisa de un día desmienta todo lo escrito.
8.5.08
Gould, Variation 15, Canone Alla Quinta
Si no fuera escritor sería asesino en serie. Si usted no conoce una buena grabación de Glenn Gould no se sienta mal, ahora estamos vivos porque yo escribo y usted lee, y eso me hace pensar en el tiempo verbal que nace en el acto de lo escrito, usted y yo siempre vamos a estar vivos en este ahora, como Gould, una grabación soy al menos. El piano es un animal negro, parece bravo pero siempre tiene la cabeza baja, a lo sumo el lomo de la noche lo hace parecerse erizado. Cuando vibran las cuerdas graves, ¡oh dioses de las cavernas!, sólo el pirómano sobrevive, y lo que hemos sido, arrasado. Cuando vibran las cuerdas agudas, la máquina funciona como una cajita de música que desenvaina a un pequeño que ha de fugarse sin respuesta. Eso. Entonces el eco de mi voz, sorteando la arquitectura, opaca, sigue el recuerdo izquierdo porque la mano izquierda en contracanto, avisa que tu gesto no se ha perdido. La primera vez que nos vimos sólo yo tuve conciencia de nosotros, y en la anacronía, tengo el derecho y la libertad de decir nosotros, aunque la brisa de un día desmienta todo lo escrito.
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