(Del ár. nayl_far, este del pelvi n_l_pal, y este del sánscr. n_lautpala, loto azul).
1. m. Planta acuática de la familia de las Ninfeáceas,
con rizoma largo, nudoso y feculento, hojas enteras,
casi redondas, de pecíolo central y tan largo que, saliendo del rizoma,
llega a la superficie del agua, donde flota la hoja;
flores blancas, terminales y solitarias, y fruto globoso, capsular,
con muchas semillas pequeñas,
elipsoidales y negruzcas.
Caminando, haciendo la ficción del luto, entre el croma indeciso de cuando llega la noche y la noche es luna llena, distraído por el ruido del tránsito en medio de la parte linda de San José, ahí por el parque España, contando las hileras de hormigas inmigrantes del Morazán, escuché en la voz ronca de los parlantes de un camioncillo, que ese día cambiaba la hora en las ciudades de Europa. Me vino una imagen inmensa a la cabeza, la de todos los relojes de las casas, el de la catedral de Ruán, los relojes de los hospitales y de las funerarias, cambiando al unísono, estropeando los ritos certeros de todo tipo de reses europeas: era el primer día de la primavera y hacía un año que necesitaba escribirte estas palabras...
9 comentarios:
Busquemos el cuento de Cortazar (si si Cortazar).... de una mujer y un rio... Han escrito ellos antes, pero ninguno me ha sonado tanto a "caida libre de pajaro que en la madrugada..."
Delicia de lectura.Gracias
buscaremos todos lo cuentos necesarios my anonymus!!
Colección de recuerdos, aromas perdidos, texturas encontradas en la gran obra de la vida. Sólo alquien como vos nos trasporta a la arqueología de nuestra alma.
No tenés idea de la cantidad de veces que he leído este cuento y la nostalgia, las lágrimas en mis ojos, un dolorcito en mi pecho siempre acuden a la cita con tus palabras.
No tenés idea la cantidad de veces que he leído este cuento y la nostalgia, las lágrimas en mis ojos, un dolorcito en mi pecho siempre acuden a la cita con tus palabras.
Vengo llegando del tumulto de la noche, con la ficción del luto a escondidas y entre lo innombrable y lo extraño, mis ojos pequeños se perdieron en los nenúfares.
Es de noche, no tan de madrugada como sueles publicar en tu blog (estoy de acuerdo con Mau que me resulta envidiable) y quería dejar huella de mi paso por aquí; pero, como suele sucederme, un colorcito blanco en mis neuronas escritoras no me deja.
Trabajo con las palabras, las escucho, las desnudo, agarro con el inconciente las que tienen ganas de fugarse, pero no tengo la menor idea ¿cómo crear escalas cromáticas con ellas? (por cierto, a Julia, Sil, Mau, Gustavo y los otros... ¡son extraordinarios! ¿Qué comen?)
Por eso, y dejando de lado mi “super”, quería agradecerte, sencillamente, por esta maravilla de cuento que me ha acompañando en mis nostalgias nocturnas.
Un placer Rebe!!
El asiento rojo de ese cuartito que me construí para vaciarme del mundo es testigo del desfiladero de lágrimas, corazones rotos, nostalgias al borde de la madrugada, venas temblando de desafío y caducidad. Al frente, yo, sentada tejiendo mis propios desgarres, aclamando por la clemencia de lo que se encarna, susurrando una y otra vez por qué hay tantos corazones lastimados escondidos entre el tumulto de las risas. Vos, detrás de una pantalla, escribiendo rápido, rápido sobre eso de lo que la gente no para de llorar.
Cora, hay días que son tan cansados…
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