25.10.10

deterioro

Nada nos salva del deterioro; cimentada la alegría de un roce con tus ojos, una ventana sucia que yo supe ausente, pero para verte ahora como antes, como cuando el polvo acribillado por dos rayos de sol, tuve que construir esa ventana que al abrirla me ciega y al cerrarla me ilumina. No es posible tanta belleza de la mecánica, a dónde me ha llevado un resorte y un prisma, es ridículo confesar que mi ojo es Galileo maravillado ante tu impresionante nariz: observo la concavidad de una óptica aberrada, es como ganarle dos jugadas a la muerte, pero a resignarnos a tomar esto que yo no hice, esta huella falsa, que a lo sumo liberé el mecanismo, el sombrero del que creí sacar un conejo, pero sólo ocurrió el sombrero. No sé por qué espero un códice, si no has dicho nada, la parcela gestual de un dolor que tuviste, entonces no supe quién eras y hoy tampoco.

1 comentario:

Silvia Piranesi dijo...

por eso hay actos como nunca querer limpiar la ventana, porque las figuras del polvo son espíritus animales, porque textos como el tuyo me remiten a fotos de vos niño, o muchos otros ejemplos.